En la actualidad, gran parte de la formación médica continuada está financiada por la Industria Farmacéutica y ello supone un deterioro de la práctica médica y toma de decisiones de muchos especialistas. La situación se agrava cuando estos mismos profesionales se convierten en docentes y comparten su información con los alumnos.
No existe ningún filtro que evalúe el material didáctico ni se añaden referencias bibliográficas a muchas de las presentaciones ofrecidas, con los peligros que ello conlleva.
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